jueves, 4 de abril de 2019

La seguridad pública desde un enfoque reactivo y punitivo a un enfoque multidisciplinario


Introducción

En un continente marcado principalmente por el aumento de la violencia y la criminalidad, las policías adquieren un papel cada vez con mayor importancia en la gobernabilidad de los países del mundo, y principalmente en América Latina, región en la cual se ubica a México.

En nuestro país, las instituciones encargadas de la seguridad pública funcionaron durante mucho tiempo a partir de “UN MODELO TRADICIONAL DE ACTUACIÓN POLICIAL, FUNDAMENTADO EN ESQUEMAS REACTIVOS” que como lo hemos visto, no llegaron a cumplir con las expectativas demandadas por la ciudadanía de contar con una sociedad segura.

La policía en México, fue creada como una institución para actuar básicamente como soporte del rasgo autoritario de un régimen de gobierno centralizador, cuyas acciones de seguridad pública reaccionaban, ante cualquier eventual crisis social, y paso a ser un aparato represor del estado.

Después de la Reforma Policial en América Latina (1990), las policías adquirieron un papel central en la gobernabilidad municipal, estatal y nacional, así de esta manera, fue posible el retorno de la democracia, propiciando una mayor dependencia gubernamental hacia las policías, principal institución encargada del orden y la estabilidad pública, la cual requiere de manera inmediata, un cambio institucional de las corporaciones policiales para que se logre un mayor nivel de profesionalización y eficacia en sus funciones.

Hoy en día, nuestro país enfrenta un verdadero reto del cual todos tenemos conocimiento, y el Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave, está inmerso dentro de este fenómeno social, que día a día, aqueja a todos los ciudadanos sin importar su nivel social y económico.

Por su parte, Arellano Trejo menciona, que para combatir la inseguridad pública, es pertinente que el Estado Mexicano, debe romper con los poderes fácticos en los cuales se han posicionado las organizaciones delictivas, y algunas corporaciones policiacas.

Por lo tanto, se debe crear y fortalecer mecanismos que permitan vincular la asignación de presupuesto a la obtención de resultados. Por otra parte, es importante establecer instrumentos que permitan profesionalizar y transparentar la acción de los cuerpos policiacos; y entre otros aspectos, establecer sistemas que nos permitan planear, ejecutar y evaluar las estrategias y acciones en contra de la delincuencia en los distintos niveles y ámbitos de gobierno.

Para Tapia Pérez, quién define la seguridad pública como un factor de atención que ha establecido procesos de política pública, que van desde la implementación de acciones policiales de “cero tolerancia” hasta el uso de cuerpos de seguridad de personal castrense, con los resultados que muchos de nosotros conocemos.


Sin lugar a dudas, es necesario y urgente, identificar las fortalezas y las debilidades que con la experiencia se han logrado obtener de este complejo fenómeno social, el cual nos presenta soluciones sencillas e inmediatas para su pronta solución, sino procesos de largo alcance que permiten comprender todas las aristas del problema de manera integral.

Como podemos apreciar, la inseguridad pública es uno de los temas que más preocupa a la sociedad mexicana en estos últimos años. Esta problemática, se ha convertido en una demanda ciudadana y así mismo de los empresarios, quienes piden una acción más efectiva por parte de las autoridades para frenar y erradicar, esta actividad que día a día, genera temor e incertidumbre entre la población y ha ocasionado cuantiosas pérdidas económicas.

Para comprender un poco mejor este objeto de estudio, es necesario mencionar algunos aspectos que se han convertido en un obstáculo y en su momento, no nos dimos cuenta de ello. Por ejemplo, una gran autonomía y la politización de la policía, la cual prestaba servicios informales de inteligencia y participaba en operaciones políticas encubiertas.

Como podemos apreciar, según explica Saín en el documento, titulado “La Reforma Policial en América Latina en 1990”, la atención a los problemas de los ciudadanos por mucho tiempo fue relegada; dado que, el principal cliente de la policía era el Estado, y no la población como lo marca el artículo 21 Constitucional en nuestra carta magna.

Como podemos darnos cuenta, estos aspectos ocasionaron un gran rezago en la institucionalización de los cuerpos policiales, el cual se puede explicar en los términos siguientes: estructura normativa inadecuada, muy escasos funcionarios expertos en el tema, manejo discrecional de las estadísticas delictivas, pésima coordinación entre las áreas de inteligencia y las operativas, y una constante colusión entre policías y organizaciones delictivas.

En opinión del Dr. Marcelo Saín, esta colusión y los fuertes intereses económicos que ella genera y protege, nos permite explicar en gran medida, la resistencia y no pocos fracasos en que han terminado los diversos esfuerzos de reestructuración policial. Para una mejor compresión de este fenómeno, este investigador propone lo que él llama las ocho rupturas necesarias para llevar a cabo la reestructuración policial.

Por otra parte, podemos mencionar, que algunos investigadores como el Dr. Jorge Chabat, se ha dado la tarea de identificar, los factores que originaron la escalada de la delincuencia en México a partir de los años ochenta, así como un recuento de las políticas públicas, aplicadas desde entonces para combatirla.

Como podemos apreciar, este fenómeno ha rebasado el enfoque reactivo y punitivo, y para ello, es necesario poner en marcha un enfoque multidisciplinario, el cual permita en un corto plazo, poner toda la atención en esta problemática y así de esta manera, obtener los mejores resultados en beneficio de la ciudadanía.

El modelo criminológico, que ha prevalecido desde varias décadas en las sociedad moderna y contemporánea, conocido como la pretensión punitiva del Estado, con esto nos referimos al castigo del culpable, el cual polariza y agota la respuesta al suceso delictivo, prevaleciendo la faz patológica de esta sobre su profundo entramado problemático y conflictual.

Es necesario implementar, un trabajo colaborativo de manera transversal con las secretarias siguientes: Educación Pública, Bienestar Social, Secretaria de Salud, Instituto de Cultura y Deportes, Bibliotecas públicas, y los sectores de la sociedad civil. Acciones en las áreas de educación, salud, medios de comunicación, información y tecnología, y participación ciudadana nos permitirán en su momento lograr los objetivos y metas establecidas.

Por lo tanto, es necesario y urgente, un cambio de paradigma de la seguridad, debemos de transitar hacia un enfoque integral con carácter multidisciplinario, que progresivamente aborde la inseguridad y el riesgo como fruto de un conjunto de factores, que vulneran y afectan de manera importante los derechos de los ciudadanos y el desarrollo humano.

Desde esta óptica del trabajo multidisciplinario, el desafío consiste con construir certezas objetivas y subjetivas, que permitan garantizar en el menor tiempo posible, que todos los ciudadanos tengan la plena garantía,  que sus derechos serán respetados.

Atendiendo a estos antecedentes y las condiciones de esta problemática, es como nace el interés de formular la presente propuesta, con el propósito fundamental de disminuir además, los altos grados de cuestionamientos que la opinión pública ha hecho en relación a los bajos niveles de legitimidad, que se ha presentado en los distintos niveles de gobierno en estos últimos dieciocho años.

Así también, disminuir hasta donde sea posible, los altos niveles de delincuencia y criminalidad, que son percibidos por la ciudadanía, y esto afecta de manera importante, el  reconocimiento del desempeño de las instituciones policiales, dado que, las altas tasas de incidencia delictiva y los altos índices de inseguridad, ponen bajo cuestionamientos las competencias del personal policial y de las instituciones.

Ante esta situación que se menciona, es necesario establecer políticas públicas o acciones específicas, las cuales sean el resultado obtenido en los distintos niveles de gobierno, y sean los mejores logros en materia de prevención, persecución y castigo de la delincuencia, así como aquellos proyectos, que contribuyan a mejorar dichas acciones.

La efectividad y el éxito de un programa para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia, requiere el trabajo conjunto de los tres órdenes de gobierno, los diferentes sectores de la sociedad civil, así como, la participación de la iniciativa privada y los organismos internacionales.


Por lo tanto, con el propósito de contar con parámetros ajenos a los establecidos en las corporaciones policiales, y con puntos de vista externos, es importante impulsar la conformación e instalación de un Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, constituido por prestigiados especialistas en temas de seguridad, participación ciudadana y derechos humanos, así también con intelectuales y académicos de los centros de investigación.

La experiencia obtenida en diferentes países del mundo, nos ha permitido aceptar que, cualquier acción que se emprenda para prevenir la delincuencia y combatir el delito, no tendrá éxito si no cuenta con la participación de la ciudadanía.

Es por ello, que con este nuevo esquema o paradigma de la seguridad ciudadana, la formulación de programas y la realización de acciones del quehacer público, debe establecerse con la participación de la sociedad.

Po lo tanto, las políticas públicas que emita el Gobierno deben enfocarse hacia la corresponsabilidad que debe de darse tanto en la organización social como en la autoridad que la dirige, pues, es evidente que el país en estos últimos años, ha perdido los espacios públicos, debido a que la delincuencia y el crimen organizado, encontraron en ellos los lugares ideales para perpetuar sus ilícitos.

Uno de los grandes retos y desafíos para el Estado en materia de seguridad pública, es que ante los hechos delictivos, tendrá que transitar de un modelo reactivo, centrado en la persecución y el castigo del delito, hacia un modelo preventivo basado en evitar las causas que los originan.

No obstante, es necesario afrontarlo de manera colaborativa con la sociedad para revertir esta situación, y así de esta manera, poco a poco ir devolviendo a la comunidad lo que realmente le corresponde, con esto nos referimos a los espacios públicos.

El problema principal de seguridad, que enfrentan la gran mayoría de las principales ciudades en nuestro país, denota entre otros aspectos el abandono de espacios públicos, la desintegración comunitaria, la desconfianza ciudadana hacia las autoridades, el incremento del consumo de drogas ilícitas y la ausencia de los valores cívicos.

Por lo tanto, es importante enfatizar, que la seguridad pública es una función a cargo de la Federación, el Estado y los Municipios, que tiene como fines salvaguardar la integridad y derechos de las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz públicos.

Comprende la prevención general y especial de los delitos, la investigación para hacerla efectiva, la sanción de las infracciones administrativas, la investigación y la persecución de los delitos, así como, la reinserción del individuo.

En cada uno de los 2, 641 municipios que se ubican en la república mexicana, cada día los ciudadanos, demandan una respuesta efectiva por parte del Estado ante la incidencia delictiva, que aumenta de manera impresionante desde el ámbito local hasta el nacional. En el primer semestre de 2018, los delitos con mayor incidencia son los siguientes: a).- Homicidios; b).- Ejecuciones; c).- Secuestro; d).- Extorsión y e).- Robo de auto.

Como podemos apreciar, según los datos estadísticos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública publicada por parte de INEGI, 2016. La tasa de incidencia delictiva por cada cien mil habitantes, por tipo de delito está conformada de la forma siguiente:

            Tabla 1.- Tipos de delito de acuerdo con la mayor frecuencia.

Tipo de delito
Tipo de delito
1.- Robo o asalto en la calle o transporte público.
6.- Robo en casa habitación.
2.- Extorsión.
7.- Robo en forma distinta a las anteriores.
3.- Robo parcial de vehículo.
8.- Lesiones.
4.- Fraude.
9.- Otros delitos distintos a los anteriores.
5.- Amenazas verbales.
10.- Robo total de vehículo.

Estos son las categorías de análisis de los delitos de mayor incidencia y prevalencia, que nos aquejan a los ciudadanos en cada uno de los municipios, y principalmente en las zonas urbanas de las principales ciudad del Estado y de la república mexicana.

Uno de los grandes retos y desafíos para el gobierno de Veracruz en materia de seguridad pública, es que ante los hechos delictivos, tendrá que transitar de un modelo reactivo, centrado en la persecución y el castigo del delito, hacia un modelo preventivo basado en evitar las causas que los originan.

La estrategia de prevención social del delito asume que la criminalidad posee una etiología compleja, la cual se arraiga en profundos factores sociales, como las condiciones de vida, las condiciones de trabajo, los cambios en la organización de la vida familiar, la pobreza y la exclusión social.

Por tanto, toda estrategia debe buscar incidir en las causas estructurales de la criminalidad incentivando –a través de diversas formas- el desarrollo social, pues, se supone que el malestar social es lo que debe ser atendido si se pretende efectivamente reducir la tasa del delito.

Ante esta situación que prevalece, es importante preguntarlos lo siguiente:

¿Cómo lograr revertir la tendencia de la incidencia delictiva, que día a día, crece de manera impresionante en las principales ciudades del Estado de Veracruz?

¿Cómo lograr una verdadera política de participación ciudadana en tareas de seguridad pública?; ¿De qué depende la generación de la participación ciudadana en tareas de seguridad públicas? ¿Cómo vincular el Programa Rector de Profesionalización y el Servicio Profesional de Carrera Policial?

Conclusiones

Finalmente, podemos mencionar, que la Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos, establece que la competencia de brindar Seguridad pública recae en la Federación, los Estados y los Municipios.

Esta función comprende la prevención de los delitos, la investigación y persecución de los mismos, así como la sanción de las infracciones administrativas, en los términos de la ley, en las respectivas competencias que la misma Constitución señala.

Además, establece que la actuación de las instituciones de Seguridad Pública se regirá por los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos, reconocidos en la propia Carta Magna en el artículo primero, señalando, además, que éstas serán de carácter civil, disciplinado y profesional.

En el ámbito estatal, el titular del Poder Ejecutivo tiene la obligación y responsabilidad de velar por la conservación del orden, tranquilidad y seguridad del Estado. Para esta tarea, el Sistema Nacional de Seguridad Pública, permite articular y coordinar a las instituciones de seguridad pública de los tres órdenes de gobierno.

Estableciendo directrices y alienando políticas públicas en la materia, con la finalidad de implementar sistemas de planeación estratégica que permitan evaluar con transparencia las funciones asignadas a las instituciones encargadas de la seguridad pública, constituyéndose en un Sistema confiable, legítimo y eficaz, que busca el respeto a la integridad física, moral y patrimonial de los ciudadanos, y facilite con ello, su desarrollo integral.

Con el fin de lograr el cabal cumplimiento del principio de legalidad, la justicia penal requiere la presencia de corporaciones policiales de seguridad  pública que colaboren colaborativamente en el combate a la delincuencia, mediante una labor que permita la vigencia del Estado de Derecho.

En este trabajo, se pretende consolidar una institución policial, encargada de la seguridad pública, que además de prevenir de manera científica en la comisión de delitos, sea un eficaz persecutor de las conductas antisociales, articulando a todo el aparato de justicia penal.

La transformación de la policía, requiere de una base mínima de profesionalización del personal policial, que sea resguardo para evitar que la policía sea coptada por las élites locales.

Por otro lado, muchos de los problemas que enfrenta la policía son similares a los que enfrentan otros servicios públicos, por lo que, deben de ser enfrentados por el Estado y no solo por las instituciones policiales.

En los últimos 18 años, la tasa de criminalidad aumentó en México de manera considerable, los delitos violentos experimentaron un incremento importante, como el robo a vehículos, los secuestros, asalto a mano armada en comercios, entre otros.

LA FORMACIÓN POLICIAL PASA A SER UN EJE DE LA MODERNIZACIÓN

En la modernización policial, el rol del aspecto educativo, se entendió como capacitación, este es un aspecto central que posibilita una reforma de continuidad, desprovista de espacios de política pública temporaria.

La calidad en la prestación de un servicio policial depende, en gran medida, de los miembros que lo componen, y por consiguiente, de las políticas de reclutamiento, selección, formación y promoción, así como también, de las condiciones de trabajo prevalecientes en los cuerpos policiales.

EL SUPUESTO PRINCIPAL: MÁS Y MEJORES POSTULANTES.

Al elevar la calidad en la formación del recurso humano nos conduce a elevar la calidad del servicio, y esto nos permite, ser más eficiente y eficaz en el control del delito al disminuir las tasas de incidencia delictiva, lo cual eleva la calidad en la imagen de la institución policial y aumenta la confianza de la ciudadanía a la cual nos debemos.

La policía, por su parte, se hace depositaria de gran parte de las políticas de seguridad, no sólo respecto del control, sino también de la prevención del delito. Así es que necesita un mayor aumento en su presupuesto, una mayor dotación y recursos tecnológicos de vanguardia para desempeñar satisfactoriamente sus funciones.

Dos preguntas, que son importantes formular para describir y explicar el actuar del policía.

1.- ¿A qué se dedica el policía en la prestación de sus servicios en los municipios?

El 80% de su tiempo: a).- Atiende al público; b).- Desordenes que afectan el Bando de Policía y buen gobierno. (Faltas administrativas, generalmente), y c).- Patrullaje para disuadir los delitos y la presencia de actos delictivos. (Este aspecto, requiere el 60% del tiempo de los policías, es decir, de la presencia de ellos y contar con equipo y unidades).

2.- ¿Qué espera el ciudadano en cada uno de los municipios del policía?

El trato que reciben al momento de entrar en contacto con ella, es más importante que lo obtenido por el ciudadano a través de ese contacto.

Quienes perciben haber sido tratados equitativamente… tienen una mayor tendencia a respetar la ley en el futuro. (El buen trato al ciudadano a través de la empatía permite generar confianza entre el ciudadano y el policía).

Como podemos apreciar en estas líneas anteriores, la ciudadanía genera expectativas sobre el trabajo que realiza la policía en cada uno de los municipios del Estado de Veracruz. Tanto, respecto de sus resultados como de la forma en que es realizado, que trasciende la mera eficacia y efectividad del combate del delito.

Las investigaciones realizadas en países como Inglaterra y Estados Unidos, han señalado que los primeros factores que determinan la confianza de un ciudadano en la policía, son aquellos de carácter demográficos: raza/grupo étnico, sexo, edad, nivel socioeconómico.


RAMÓN RUIZ LIMÓN

MÉXICO, A JUNIO DE 2018

domingo, 24 de febrero de 2019

La honestidad y el encuentro consigo mismo



LA HONESTIDAD Y EL ENCUENTRO CONSIGO MISMO (LA DISOLUCIÓN DEL EGO)
1.- Introducción
Hoy en día, ser honesto en cualquier ámbito de la sociedad es un problema social muy grave, puesto que, generalmente siempre nos encontramos con situaciones difíciles, que pareciera nos obstruyen a decir la verdad y esta actitud, nos orilla a cambiar el sentido de las cosas.
Por lo tanto, la honestidad constituye uno de los valores más importantes en la formación de la personalidad del niño, al ser la base de relaciones personales en las que la proyección hacia el otro, implica un afecto personal desinteresado, y un respeto, que se fortalece a través de las mismas interrelaciones.
Para desarrollar la honestidad en el niño, es preciso formar nociones, conocimientos, habilidades, emociones, vivencias, sentimientos, que los preparen para una conducta honesta, que es necesario aprender y practicar diariamente en la familia y en la sociedad.
Por su propio desarrollo evolutivo, el niño en la primera infancia cree que todo le pertenece, que todo gira en torno a él, y por tanto, todos los objetos del mundo físico circundante cree que son suyos, así como aprobadas todas las acciones para obtenerlos.
Este egocentrismo inicial, va cediendo poco a poco a comportamientos más socializados, que lo obligan a no mentir, a no utilizar medios no adecuados, para obtener lo que quiere y así cumplir sus deseos o caprichos.
Es por eso, que en la formación de una cultura de paz, la honestidad se convierte en un pilar de la misma.
La honestidad quizás sea uno de los valores más básicos y universales, imprescindible para poder construir la convivencia humana y establecer, una buena relación entre las personas, Gobiernos, instituciones, etc.
La marcha de la humanidad, ya sea a gran escala o en pequeñas comunidades, depende del grado de honestidad de quienes la integran, una honestidad que debería impregnar todas las esferas que involucran la actividad humana.
El saber que se puede o no se puede hacer, y que conducta es la más apropiada, es un aspecto fundamental en el desarrollo de la honestidad.
Comprender por qué un comportamiento (conducta) honesto logra buenos amigos y un reconocimiento moral, es básico para desarrollar, este valor en las personas. Esforzarse, por hacer algo útil en beneficio de los demás, sin esperar recompensa y solo por el hecho de hacerlo, es importante para estos fines.
Como muchas virtudes, la honestidad se le valora más cuanto más se ausenta de nuestra sociedad, apreciándola tarde, cuando se resquebraja el edificio de lo social y sufrimos las consecuencias.
Como se destaca, la honestidad es un valor o concepto general que engloba otros más específicos, como es el respetar a los demás, no apropiarse de lo ajeno, ser sincero en las relaciones, no mentir, decir siempre la verdad, indubitablemente, evitará que carguemos con culpas y emociones encontradas.
Cuando en el año 2008, un reducido grupo de filósofos trataron de dar forma a la declaración de principios en torno a una ética universal, escribieron sobre la honestidad y la integridad personal:
“El mundo necesita que los seres humanos vivamos con honestidad, con coherencia con nuestros propios principios y nuestro sentido del Bien y la Justicia. Es decir, con una cierta unidad entre pensamiento, sentimiento y acción [congruencia en el pensar, decir, y hacer], que se manifieste en sinceridad y fortaleza moral para no dejarse arrastrar por las oportunidades de corrupción que se nos presenten”.

 Solo la honestidad produce ejemplo y es este, el ejemplo, el imprescindible motor de la transmisión de valores y de la confianza en los poderes públicos, representados en sus responsables. Es una cualidad bastante abstracta de comprender.

Si bien el relativismo imperante en el siglo XX, ha producido una gran confusión con respecto a este y otros valores humanos, humildemente creo que se impone la necesidad del sentido común y de poder abordar valores esenciales que, por universales, son comunes a toda la humanidad, si bien cada cual puede recorrerlos con sus diferentes matices y expresiones particulares.
Honestidad y honradez van de la mano y se refieren hoy en día a lo mismo. En general, se trata de actuar coherentemente con nuestros valores, pensamientos y sentimientos.
El hombre o la mujer honrados son fieles a sí mismos y coherentes con sus propios principios. No albergan ocultas intenciones. Pero la coherencia solo no bastaría para reconocer la honradez.
La honradez nos habla no solo de coherencia, sino de rectitud de ánimo e intención, es decir, que haya una buena voluntad en nuestros pensamientos y actos, lo que supone que nuestra intención está guiada por el deseo de hacer el bien, de hacer lo correcto. Por lo tanto, para ser honrado hay que tener valores con los que identificarnos.
Para que haya honradez tiene que haber conciencia del bien y un impulso de desarrollo personal, afirmado en lo mejor de nosotros mismos, que fortalezca el altruismo, la bondad y el respeto por los demás.
Es una expresión de nuestra fortaleza moral (como nos recordaría Platón), de nuestra capacidad de mantenernos firmes en nuestros principios más allá de la adversidad. Se trata de un acto de fidelidad a nosotros mismos. Por ese motivo se convierte en la medida de nuestra valía, de nuestro valor.

1.2.- Los tres grados de honestidad según Confucio.


Confucio señalaba tres grados de honestidad. El primero (denominado Li) hace referencia al comportamiento que, basado en la sinceridad, busca conseguir los propios intereses, ya sea a corto o a largo plazo, busca el bien personal.
Un nivel superior (denominado Yi) se produce cuando el motor de nuestro comportamiento no es únicamente nuestro personal interés, sino que este se funde con lo que creemos justo y produce un bien, es decir, está movido por la bondad y la justicia. Contempla no solo lo que uno piensa y necesita, sino que incluye a los demás, sus necesidades y su bienestar.
El nivel más elevado de honestidad (denominado Ren) surge cuando alcanzamos un sentido de fraternidad y humanismo tal que tratamos a todas las personas y seres como parte de nosotros mismos.

 1.3.- Unidad e integridad personal. El gobierno de uno mismo

Como vemos, la honestidad nos habla de la coherencia que necesita el ser humano entre lo que piensa, siente y hace, para el logro de una cierta felicidad y convivencia.
 Cuando hay honestidad, nuestros actos hablan de nuestras intenciones y estas son buenas.
 Pero toda unidad, toda armonía necesita une eje que equilibre, y este ha de estar constituido por lo mejor de nuestra naturaleza humana.
 La honestidad nos transforma en individuos (el individuo platónico que se diferencia del hombre-masa), en seres humanos que han logrado una básica armonía interior, desarrollando un gobierno de sí mismos desde una conciencia elevada, desde el propio discernimiento, amor y sentido de la justicia.
 Nos hace libres y autónomos, pues nos permite movernos guiados por nuestra voluntad iluminada por los valores, y no por las circunstancias y los impulsos caprichosos de nuestra personalidad cambiante.
 Es, pues, como decíamos antes, una muestra de la fidelidad hacia nosotros mismos. Pero ¿a qué aspecto de nosotros mismos, considerando los muchos impulsos e inclinaciones que conviven y se manifiestan en cada uno constantemente?
Pienso que a aquello que nos hace humanos, más allá de nuestra realidad animal. Es decir, que busca la propia identidad en nuestra capacidad de discernir, de percibir la belleza y desarrollar la bondad… cada uno en su medida.

 1.4.- La base de la dignidad humana

 En cierto modo, podemos decir que la honestidad es atributo de nuestra dignidad y la medida de nuestra valía.
 Sin olvidar que todos los seres humanos (y me atrevería a decir que todos los seres vivos) somos dignos y, por lo tanto, objeto de respeto, tenemos que aceptar la natural aspiración a desarrollar y desplegar el maravilloso potencial que como seres humanos tenemos y que aún no se ha puesto de manifiesto.
 Todos necesitamos un poco de autoestima y de aceptación, de valoración por parte de los demás, pero no son los honores y reconocimientos sociales lo que nos dignifica, sino nuestra integridad personal expresada en nuestros actos y los valores que los mueven.
 Quien tiene en estima su propia honradez es porque valora su dignidad, y esta la considera la mejor carta de presentación de sí mismo. No valora más lo que dicen los demás que su propia conciencia, y en su relación con el mundo, estima más sus principios que sus bienes.
 Su honestidad no se refleja únicamente en puntuales actos, sentimientos o ideas, sino en una constante y honesta trayectoria en aras del bien.

  1.5.- El valor de la palabra y su poder

 La palabra, como vehículo de comunicación, revela nuestras ideas e intenciones –o debería hacerlo–, establece vínculos y crea puentes de conocimiento mutuo y del mundo.
 Si la palabra es sincera, es decir, expresa nuestras ideas e intenciones y compromete nuestros actos, entonces es constructiva y tiene valor. La palabra se convierte en un instrumento de poder, capaz de generar entendimiento, confianza y, por ende, convivencia.
 Solo cuando la palabra tiene verdadero valor puede, a través del diálogo sincero, resolver los conflictos y sustituir a las armas de guerra.
 Pero cuando la “palabra” es un instrumento de engaño, un arma demagógica, cuando la palabra de un ser humano ya no vale nada, entonces es muy probable que sea reemplazada por la violencia y las armas.
¿Qué es lo que devuelve entonces el valor a la palabra? Aquello que se lo dio: el ejemplo. Solo el ejemplo da valor a la palabra.
Por lo tanto, es importante enfatizar, que la falsedad, la mentira, destruyen y corrompen, como también lo hace el que faltemos a nuestros compromisos adquiridos, a nuestra palabra dada.
En el antiguo Egipto, había una expresión para aquel que sabía medir sus palabras, ser veraz y honrado en sus compromisos: ser Justo-de-voz.
1.6.- La sombra de la honestidad: la corrupción y la discriminación

La vida nos ha enseñado que para conocer la calidad de algo, su autenticidad y nobleza, hay que verlo sometido a pruebas que lo lleven al límite de su naturaleza (como las pruebas de resistencia de materiales o de calidad de los productos). Solo entonces sabemos la pureza y calidad con que está hecho.
 Y, efectivamente, son las situaciones difíciles las que comprometen nuestra calidad humana, y es en ellas, donde se forja nuestra honestidad, nuestro auténtico valor.
El sentido de la honestidad, se construye sobre los sólidos pilares de nuestros principios, pero se desenvuelve sobre lo que las situaciones de la vida nos presentan y, si bien, la vida exige flexibilidad y adaptación, no podemos disfrazar la corrupción con adaptación a la realidad.
 Cuando algo pierde su naturaleza y se descompone es cuando decimos que se corrompe.
 La corrupción no es sino la pérdida de autenticidad, de unidad y coherencia para con los valores que nos comprometen. Y se suele presentar ante las oportunidades de satisfacer nuestros intereses egoístas o cuando estos intereses están en peligro.
 Se corrompe quien ha puesto su dignidad moral en el mercado, o sencillamente siempre tuvo como amos y señores sus deseos y apetitos, más allá de las apariencias.
 Hay quienes se venden por el dinero, por el halago, por el sexo o la apariencia de poder, que es falso, pues acaban siendo marionetas movidas por los hilos de sus propias debilidades.
 La honradez se cimienta sobre la ética personal. Ni las intenciones egoístas ni la ceguera dogmática son buenos consejeros. Por eso, el que es honrado no abusa ni de la confianza ni de la debilidad de los demás.

1.7.- Responsabilidad

 La honestidad es un ejercicio de responsabilidad y libertad. Supone no solo ser consecuentes con nosotros mismos, sino asumir las consecuencias que se derivan de nuestras palabras y actos.
Si cometemos un error, deberíamos recoger el fruto, corregirlo o rehacer el camino. El error no nos hace indignos ni merma nuestra honradez, pero sí la actitud que trata de culpabilizar o responsabilizar a otros de nuestros errores.
 Si somos libres para elegir, debemos ser responsables para asumir las consecuencias de nuestras elecciones. Esto es la base de la libertad, no se puede separar de la responsabilidad. Paradojas de un mundo que se cree libre, pero que constantemente huye de su libertad.
1.8.-  ¿Puede un fanático o un loco ser honrado?

Si por honestidad entendemos únicamente actuar tal y como se piensa, los fanáticos y los malhechores lo serían, pues actuarían en muchos casos en consecuencia con lo que sus enfermizas mentes o impulsos instintivos les dictan.
Sin embargo, al hablar de honestidad reconocemos que la primera integridad que necesitamos es para con nuestra naturaleza humana. Nadie puede permanecer ajeno al compromiso con la propia vida y con el bien común.
 ¿Existe un deber propio del ser humano? Es difícil responder en un tiempo en el que solo hablamos de derechos, pero si reconocemos unos derechos humanos, es porque intrínsecamente aceptamos unos deberes humanos que, como los derechos, forman parte de nuestra naturaleza, y nuestra integridad debe medirse con respecto a ese deber ser, a ese deber ser humano.
 En Oriente se nos hablaba de la recta conciencia, el reconocer el Dharma y ajustarnos a él, siendo el Dharma, en este caso, aquello que conduce hacia el buen desarrollo de lo mejor de nuestra condición humana.
 En el Noble Óctuple Sendero, Buda recomienda elegir unos rectos medios de vida que no traicionen el deber natural que nos corresponde como seres humanos.
 Platón nos insta a aspirar a ser guiados en nuestra vida por el mayor bien y sabiduría. Esa es la mejor aspiración a la que puede llevar el valor de la honestidad.

1.8.- Quien es honesto es confiable

 Esta es la base de toda relación y convivencia. Nadie quiere ser decepcionado o engañado.
 La honestidad genera confianza, y la primera confianza que necesitamos es en nosotros mismos.
 De la misma forma que el ejemplo que recibimos de alguien nos permite realmente confiar en él, la confianza en nosotros mismos nace del ejemplo que nos damos, más allá de si nos ven o no; nace de la honestidad que tengamos para con nosotros mismos, para reconocer nuestras debilidades, pero también nuestras fortalezas.
 Hoy más que nunca, cuando vemos cómo se derrumba la confianza en nuestros representantes políticos y agentes sociales, y con ese derrumbe vemos tambalearse el equilibrio social y la convivencia, se pone de manifiesto que la honestidad es la base de la confianza y que esta pasa inexorablemente por dar ejemplo.
1.9.- HIPÓTESIS
Quien es honesto es confiable. Esta es la base de toda relación y convivencia en un grupo social determinado. El valor de la honestidad genera confianza. Por lo tanto, una persona que no es honesta no es confiable.
Quien es honesto es íntegro y auténtico. La persona con esta cualidad cuida sus palabras, pensamientos y deseos. Respeta a los demás como se respeta a sí misma, tiene un alto sentido de autoestima.
El hombre o la mujer honrados, son fieles a sí mismos y coherentes, con sus propios principios. Es decir, no albergan ocultas intenciones. Pero la coherencia solo no bastaría para reconocer la honradez.
1.9.1.- ¿Cuál es el beneficio de practicar la honestidad?
1.- Lograr una conciencia íntegra y libre de cargas emocionales.
2.- Generar un entorno de confianza con los demás.
3.- Disfrutar de la paz, tranquilidad y dicha. Estar en paz consigo mismo, con nuestros pensamientos, sentimientos y con nuestros actos y palabras.
4.- Fortalecer la coherencia con los pensamientos, sentimientos, la palabra y las acciones. Dignificar las acciones justas y honestas.
5.- Contribuir a la construcción de una nueva sociedad.
 En resumen, podemos mencionar, que el alcoholismo, las drogas, el bajo rendimiento escolar, la ansiedad, la desesperación, el temor, la duda, la irresponsabilidad, la corrupción, la desigualdad social, la violencia y la delincuencia organizada, etc. Son el resultado de la falta de honestidad en nuestra vida, como eje rector que nos permite construir una sana y recta conciencia.
Por lo tanto, si queremos cambiar nuestra sociedad, debemos por cambiar cada uno de nosotros implementando en nuestra vida cotidiana la honestidad, y observando lo que pensamos, decimos y hacemos, es necesario llevar estos procesos a un nivel de consciencia.

Fuentes de consulta
1.- Padilla, Miguel Ángel (2017). La honestidad e Integridad. Disponible en: https://www.revistaesfinge.com/filosofia/corrientes-de-pensamiento/item/1560-honestidad-e-integridad
2.- Ibarra Basulto, D. E. (2013). La honestidad. Disponible en: http://ceujalitb.blogspot.com/2013/02/ensayo-sobre-la-honestidad.html
3.- Ruiz Limón, Ramón (2008). El viaje al poder de la conciencia. Disponible en: https://www.slideshare.net/khyn/el-viaje-al-poder-de-la-conciencia-48105782
4.- Ruiz Limón, Ramón (2009). El poder de los dichos de la boca y del pensamiento. Disponible en: https://www.slideshare.net/Euler/el-poder-de-los-dichos-de-la-boca-y-el-pensamiento-130815933